Perder una oreja o nacer con una malformación como la microtia o la anotia puede afectar mucho más que la apariencia física: impacta la confianza en uno mismo, la armonía del rostro y, en algunos casos, incluso la audición. Gracias a los avances de la cirugía reconstructiva en Turquía, hoy es posible restaurar una oreja con una apariencia natural, simétrica y funcional, adaptada a la anatomía y necesidades de cada paciente.








