Al proporcionar hidratación y protección constantes, las lágrimas actúan como barrera contra las agresiones externas, protegiendo el ojo de enfermedades e infecciones. Estas se secretan en las glándulas lagrimales y drenan a través de los conductos lagrimales situados en el fondo del saco nasal conjuntival.
Sin embargo, si se debilitan por infecciones o patologías, los conductos lagrimales pueden deteriorarse, por lo que es necesario consultar a un médico de manera urgente.